A los choferes que no cumplan con los precios fijados por el gobierno se les podría retirar la licencia de cuentapropista

Los transportistas privados se encuentran, una vez más, en zozobra. Las revisiones realizadas al trabajo por cuenta propia durante la recta final del pasado año, dejó un saldo negativo para los choferes: el establecimiento de un precio límite a las carreras, fijado entre 5 y 10 pesos en moneda nacional.

De acuerdo con lo publicado en el sitio oficialista Cubadebate, “el precio máximo es de 10.00 pesos (CUP) por persona para los vehículos de hasta 14 pasajeros de capacidad y 5.00 pesos (CUP) para los vehículos con capacidad mayor a 14 pasajeros (camiones y camionetas), durante las 24 horas del día y en cualquier recorrido dentro de la ciudad”.

A los choferes las nuevas regulaciones no le hacen ninguna gracia. Debemos recordar que esta no es la primera vez que el Estado cubano intenta fijar precios específicos al transporte privado. En la primera ocasión -julio de 2016-, el reclamo firme de los integrantes del gremio, quienes organizaron hasta una huelga en contra, fue suficiente para hacer retroceder la imposición de las autoridades.

La historia, al parecer, no se repetirá. Los voceros oficialistas aseguran que la medida está dada a partir de un experimento con porteadores privados en La Habana, al parecer con un resultado satisfactorio. Según la viceministra primera del transporte Marta Oramas, con las nuevas normas se busca “hacer corresponder los intereses del pueblo, los porteadores privados y el gobierno en cuanto a la prestación de servicios, el precio, la adquisición y consumo de combustibles”.

Aunque en las calles se conocía de la medida, el revuelo causado tras lo publicado ayer por Cubadebate encendió las alarmas del descontento. Se aclara además que el incumplimiento de esta medida traerá como consecuencia la cancelación de la licencia y se anuncia la posibilidad de denunciarlas por parte de los ciudadanos.

Si bien los precios de los carros particulares han sido en ocasiones excesivos, la situación para algunos ya estaba regulada. Carlos maneja uno de los tantos almendrones de La Habana. El señor se pregunta “con quién se realizó dicho experimento, pues ninguno de nosotros se prestaría para hacerlo, menos sabiendo lo que cuesta mantener esto rodando”.

Quienes tienen un empleado a cargo del negocio también se muestran asustados. Katy, a sus 18 años, tiene un chofer para el carro familiar. Sola en la isla con su hermano y su abuela, la joven sostiene a todos con las ganancias de 50 CUC diarios. “Cada jornada, Raúl –el empleado- y yo separamos el dinero de la Oficina Nacional Tributaria (ONAT), mi parte y la suya. Para mantener este acuerdo, él trabaja por las noches”.

Raúl, por su parte, nos explica las ventajas de la noche: “La confronta nos ayuda muchísimo a los choferes. Mientras más tarde se hace, la gente se desespera por llegar a casa. Ahora nadie cobra más de un dólar en los recorridos habituales después de las 12. ¡Imagínate tú! Si esos costos permanecen, uno tendría que trabajar desde bien temprano hasta altas horas de la madrugada, pero la entrada de dinero mermará de cualquier modo. En lo particular, dejo el taxi”, finaliza.

Por otra parte, la propuesta deja fuera uno de los temas principales del transporte nocturno: el desplazamiento directo. Al eliminarse las categorías diferenciadoras taxi en ruta/libre, ¿qué pasará con aquellos transportistas en las afueras de los bares? Obviamente estos no se sentirán conformes con el pago y su caso no se menciona en parte alguna, por ende ¿desaparecerán? Hermes no lo cree. El transportista de 40 años considera que “ellos hacen parte fundamental de la vida festiva de la ciudad, me imagino que seamos una excepción o podamos continuar fijando nuestras tarifas”, aclara.

María Carla Prieto


 

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