Precisamente a las puertas de los establecimientos estatales suelen situarse quienes tienen tabaco cubano más barato. ¿De dónde sale esta mercancía? ¿Tiene igual calidad que la de las tiendas?

Quien visita La Habana Vieja se detiene, a veces, ante el reclamo. La voz de varios vendedores de habanos de primerísima calidad así se lo pide. Apostados a las puertas de los establecimientos donde se comercializa por el Estado tabaco cubano, encuentras a uno o varios individuos que, cual familiar cercano, te advierten: “Allá adentro te clavan, hermano”.

Posiblemente su consejo sea ignorado por muchos, aunque otros le hagan caso. Luego de comprobar los precios reales del producto, compran si acaso alguno y se marchan, con la idea de retomar sus paseos. Es ese el momento idóneo para la mordida.

Al salir, el visitante encuentra el “te lo dije”, obvio para muchos de nosotros. Según Yoldrán, quien lleva años dedicándose a esto, “la cara del cliente al chocar con la realidad te lo dice todo. Si es de desánimo, uno debe acercarse una vez más e intentar el vínculo. Se propone como un producto más, sin mencionar la palabra ilegal. Ya de materializarse la compra, le pides ir a un lugar más discreto”, explica. Quienes se dedican al negocio tienen sus puntos dispersos por la zona, claro está, cerca del lugar de la pesca.

¿Cuál es la procedencia de estos tabacos? Fernando, empleado de Partagás, tiene la respuesta. De acuerdo con su testimonio, no es fácil ni siquiera para los trabajadores, sacar algún tabaco extra: “Nosotros tenemos nuestra cuota diaria, hay quien reúne esos hasta formar una caja y los vende; pero para montar un negocio a gran escala debes tener un contacto duro dentro”, abunda.

“Los controles son muy estrictos cuando entras y sales, eso dificulta bastante las cosas. Claro está, para los empleados de menos rango. Cada día se realizan controles de calidad, en los cuales un número x de material se le retira a cada trabajador atendiendo a los parámetros que debe tener la obra final. Aunque los operarios debemos reponerlos antes del final del mes, esos ya son `defectuosos, aun cuando tienen la mayor calidad. Por todos en la fábrica es sabido que este es uno de los más grandes agujeros de fuga”, concluye.

Julián es prueba viviente del contrabando. Por la suma de 35 o 40 CUC cada una, pone en tu casa cuantas cajas de `caramelos´ le encargues. El éxito de su trabajo no finaliza ahí; además del domicilio, coloca en frente del cliente todos los sellos pertinentes, dentro de la caja los papeles de preservo y nada hace dudar de la autenticidad de la compra, incluso si se quiere sacar del país.

Sus contactos están dentro: “Me muevo solo con Robustos. Compro por separado los aditamentos originales para luego montar yo, en mi casa, los envíos. Eso sí, el toque final lo doy frente al cliente para darle confianza, no hay ningún cambalache ni yo entrego el pedido y salgo corriendo. Ellos tienen el tiempo para admirar el acabado”, declara.

Sin embargo, en estas transacciones se cumple en ocasiones la repetida enseñanza popular de “lo barato sale caro”. Aunque muchas veces el material es obtenido directamente de la fábrica, son muchos los timadores en el gremio.

Un segmento significativo de la población de revendedores oferta material falso. De la manera explicada anteriormente, se consiguen los insumos para autenticar aquello que no lo es.

“El tabaco es igual mientras no tenga el anillo, eso es lo más importante. En Viñales, por ejemplo, te venden uno sin sello en dos pesos convertibles, pero cuando lo tiene, no lo bajan de 6. Es la identificación el motivo de encarecimiento”, nos comenta Andy, quien se mueve en el área cercana a la Plaza Vieja.

Mediante esa lógica, no son pocos quienes gastan dinero en los anillos –cuyo precio oscila los 0.75 CUC- y adquieren el producto de una calidad menor.

“Pocos notan la diferencia. Si el de la bodega está bueno, le metemos a ese, si no se busca a quienes lo venden. Tal vez las hojas son merma, o no son las mismas de la fábrica, pero el turista promedio los quiere para hacer regalos y ni siquiera los prueba; aunque lo hiciera, no notaría la diferencia pues en su país son más caros, por tanto, no los ha probado nunca”, sentencia el joven.

Camila nos narra su historia: “Hace unos meses, mientras compraba algunas cosas en una tienda estatal a la entrada de Obispo, llegó una señora trigueña, corpulenta, con una jaba en la mano. Sin pensarlo, me ofreció Cohíbas a 1 dólar. Aunque no fumo y se lo dejé claro, insistió. Pagué uno para regalarle a mi padre. Cuando llegué a casa, orgullosa, él me dejó saber que era falso”.

“El sello demasiado brillante, la flacidez del torcido y el poco picor al sostener la bocanada fueron las razones del descubrimiento. Me sentí un poco tonta, la verdad, pero no paro de pensar en quienes, como yo, cayeron en la trampa”, finaliza.

El contrabando de tabaco en la isla tiene lugar debido a los altos precios, impagables a veces hasta para los visitantes foráneos. Los costos oscilan entre los 8 CUC –tabaquillos finos, de mediana calidad-  hasta los cientos o miles en la misma moneda.

Texto y fotos: María Carla Prieto

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