El ministro de Salud Pública no dio detalles acerca de las causas del aumento de la mortalidad infantil en Cuba durante 2019. Una enfermera y un neonatólogo exponen su opinión
Si bien 2017 y 2018 fueron los años de más baja tasa de mortalidad infantil en la historia del país, con 4,0 por cada mil nacidos vivos; 2019 ha devuelto cifras poco alentadoras para el Sistema de Salud Pública cubano.
En un acto donde se analizaron los principales resultados de este sector en la isla durante el recién finalizado año, el ministro de Salud Pública, José Ángel Portal Miranda dijo que si bien se logró disminuir la mortalidad materna, no ocurrió lo mismo con el indicador de mortalidad infantil, que se estimaba cerrara el año con una tasa de cinco por cada mil nacidos vivos. En opinión de algunos expertos, es la más alta en la última década.
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Aunque no se dieron explicaciones sobre las posibles causas, medios no oficialistas coinciden en que según el Anuario Estadístico del MINSAP existieron ciertas afectaciones en el periodo perinatal que causaron la muerte de 231 menores de un año.
Igualmente, malformaciones congénitas, deformidades, anomalías cromosómicas, etc., originaron 183 defunciones infantiles; mientras que influenzas, neumonías, accidentes y otras complicaciones dejaron sin vida a 461 pequeños con menos de un año de nacidos.
Una especialista en Neonatología del capitalino Hospital Materno Ramón González Coro refirió a Cubacomenta que, salvando las excepciones y los trastornos ocurridos por la influencia de factores genéticos, varios de los casos de mortalidad de este segmento poblacional en la isla están asociados a condiciones socioeconómicas que terminan afectando. “Todo comienza desde el embarazo, o tal vez desde antes. Una mujer para tener un embarazo satisfactorio y traer al mundo a una criatura sana debe tener condiciones físicas y clínicas que obedecen, por ejemplo, a la alimentación que tenga, a los nutrientes y medicamentos que reciba en la etapa de gestación, a su equilibrio emocional, etc. Por otra parte, es imprescindible contar con un personal médico preparado y atento a sus pacientes, capaces de dar un seguimiento impecable, tanto desde que el bebé está en el útero hasta en las futuras consultas de pediatría. Para eso se precisa tener médicos satisfechos y realizados que trabajen con responsabilidad y amor. Y eso es algo que desgraciadamente algunos ya han perdido”, amplió el galeno que prefirió el anonimato.
Una de las enfermeras obstétricas del hospital habanero América Arias, conocido como Maternidad de Línea, coincide en que el asunto es muy delicado y depende de muchas cuestiones. Sin embargo, “no podemos negar que han ocurrido negligencias médicas, sobre todo en el momento del parto que han derivado en sufrimiento fetal o en la pérdida del infante”.
“Me refiero a embarazadas que han demorado para hacerles una cesárea, cuando se ve que no dilatarán más y el niño ha muerto asfixiado en el canal del parto; a erróneas manipulaciones a la hora de asistirlas y a los fallos que han cometido, incluso, técnicos de rayos X que no se han percatado de anomalías, las cuales, poco después, desencadenan en sucesos traumáticos”, añadió.
Asimismo Lupe Sánchez, madre de un pequeño de tres años, comentó que tanto ella como su hijo fueron víctimas de una bacteria que contrajeron en el momento de dar a luz, lo cual puso en peligro la vida de ambos. “Nosotros nos salvamos pero hay muchos que no han tenido el mismo fin. Consiste en cuidados extremos y de condiciones higiénicas que a veces se pasan por alto”.
Aun con las últimas estadísticas el archipiélago continúa presentado los índices más bajos de mortalidad infantil en América Latina. Un tweet publicado el pasado 30 de diciembre en el sitio del Ministerio de Salud Pública anunciaba que según el máximo representante de este sector en la isla, solo resta para el presente año seguir mejorando los indicadores de salud de la población.
Lucía Jerez