Según un nuevo análisis divulgado por FiveThirtyEight, Joe Biden tiene un 71 por ciento de posibilidades de vencer a Donald Trump en la carrera por la Casa Blanca. El porqué de un número tan alto -71%- lo explica la misma manera en que la política de EE.UU. es vista entre millones de votantes. Se llama “momento”.
Lo curioso del “momento” es que siempre actúa de manera impredecible tanto para un bando como para el otro. En el 2016, todas las encuestas, a escasas horas de la votación daban a Hillary Clinton como ganadora; pero llegó “el momento” para Trump. Salió a la luz, nuevamente, el caso de los correos electrónicos de Hillary Clinton y el impacto fue tal que la ex esposa del calenturiento Bill -recordar, por favor, el escándalo Mónica Lewinsky- quedó en la cuneta a escasos metros de llegar ganadora a la meta.
Ahora, al parecer, a juzgar por ese 71 por ciento de probabilidades de ganar que dice FiveThirtyEight, Joe Biden tiene sobre Donald Trump, los demócratas tienen “su momento” 2020.
Este llegó por la acumulación de dos noticias de indiscutible impacto en las últimas 72 horas. FiveThirtyEight no señala como tal a la aparición de la vacuna rusa contra el coronavirus, apenas se limita a decir que “el impacto de la pandemia de coronavirus y las consecuencias económicas posteriores se han presentado como algunas de las razones por las que Trump, que ha tratado de presentarse a sí mismo como un candidato de ’empleos’, se está derrumbando en las encuestas”, pero un poco de experiencia electoral nos dice que el anuncio hecho por Putin, el pasado día 11, de que Rusia ya tenía la vacuna contra el coronavirus por delante de EE.UU., sin dudas tiene un peso a tener en cuenta.
Repito: FiveThirtyEight no habla de la vacuna rusa pero, el antagonismo norteamericano-ruso está tan dentro de la sangre y genes de ambos países que, a no dudarlo, el peso político de una vacuna contra el coronavirus es un punto a valorar. En el pasado lo fue, y bien complejo, el match Boris Spasski-Bobby Fischer; y llevan años en eso: bomba atómica, viaje al espacio, hombre en la Luna, sistema antimisiles… que los rusos tengan “la vacuna” es una derrota.
FiveThirtyEight se concentra, sin embargo, en “la bomba del momento”: el anuncio de que Kamala Harris será la compañera de fórmula de Biden.
“Si bien está claro que Biden está cómodamente por delante de Trump en este momento, a nivel nacional y en la mayoría de los estados de batalla, el pronóstico muestra que Trump tiene una posibilidad significativa de ganar porque todavía hay mucho tiempo para que la carrera se endurezca“, señala FiveThirtyEight en un comunicado en el que después, aclara, y se pregunta si se pudiera confiar en las encuestas.
Hace unos meses atrás, Harris y Biden eran enemigos
Hace unos meses atrás Harris y Biden eran enemigos. Ella fue la primera candidata al cupo demócrata en abandonar la carrera. Biden perdió en sus dos primeras apariciones de contienda; pero, de haber avanzado ambos, se hubiesen despedazado a dentelladas.
Nada difícil de entender en la política norteamericana. Peores cosas les dijo Donald Trump a Marco Rubio y ahí están, unidos y fuertes. De amigos.
Sin dudas la histórica nominación de Kamala Harris podría marcar una diferencia crucial. Hay muchos votos que Harris pudiera arrastrar. No por gusto el viejo lobo de Biden quería una mujer negra como compañera de fórmula. Ya por ahí, van dos grupos. El voto femenino y el voto afroamericano.
Por si fuera poco, la senadora Harris se convierte así, por el nombramiento de Biden, en la primera mujer negra y la primera estadounidense de origen asiático en aparecer en una lista presidencial de un partido importante de Estados Unidos. Sí, Harris es hija de dos inmigrantes, su madre procede de la India y su padre de Jamaica.
Es liberal, y eso convence a los grupos LGBTIQ+ y, si usted la pone en un debate frente al “silencioso” Pence, lo aplastaría como a una cucaracha porque tiene mañas, conoce la ley, y es de rostro ácido y lengua ríspida. Harris, de 55 años, senadora de California y ex fiscal general del estado, parece un hueso demasiado duro para que un diente de Pence se le encaje siquiera en la piel.
FiveThirtyEight señala en su análisis, que “la ventaja de Biden sobre Trump ya ha superado el pico posterior a la convención de Clinton” y explica también que “Biden también goza de más apoyo general que Clinton”.
A más de dos meses antes del día de las elecciones, la mayoría de los comentaristas y encuestadores predicen que Biden será el próximo presidente de Estados Unidos. Alegan que el tamaño de la ventaja del ex vicepresidente, junto con datos que sugieren que Trump está a la zaga en la mayoría de los estados indecisos que necesita para ganar, es evidencia de que sería derrotado.
Sin embargo, hay que recordar dos cosas:
En el año 2016, el gurú de datos de FiveThirtyEight, Nate Silver, le dio a la secretaria Clinton un 71,4 por ciento de posibilidades de ganar sobre Trump. Y eso no se cumplió.
Lo otro que hay que recordar es “el momento”.
Si EE.UU. saca la vacuna contra el coronavirus en septiembre u octubre, y Trump de su bolsillo promete pagar 2, 3, 4 o 5 millones de dosis, no duden que “el momento” haga que gire el timonel de esta barca que llaman “política norteamericana” y que, en el 2016, nos regaló una verdadera sorpresa de última hora.
Yo, júzguenme incrédulo, prefiero recordar esa frase tan “fea” que a cada rato repite el locutor deportivo cubano Rodolfo García: “Señores, esto no se acaba, hasta que se acaba”
¡Esperemos a noviembre!
por Ariel P.