Supuestamente los encuentros entre Fidel Castro y Anna María Traglia sucedían en La Casa de las Flores, la mansión que el “Comandante” regaló a su amante
Durante el tiempo, para muchos excesivo, en que Fidel Castro se hizo cargo de los destinos de Cuba, los habitantes de la isla ni de primera dama podían presumir. Las mujeres del “Comandante en Jefe”, las oficiales y las que no, sobrevivían en la clandestinidad. Un reciente libro de la periodista Paola Sorge habla de la mansión que Castro dio en La Habana a su amante italiana, Anna María Traglia, y que bautizó como La Casa de las Flores.
Otras muchos detalles se revelan en el libro de la editorial Castelvecchi: Fidel in love: El gran amor secreto del líder máximo. Un texto que, quitándole el nombre propio y cambiándolo por otro, bien podría servir para narrar los escarceos del norcoreano Kim Jong-un.
¿Qué contó Anna María Traglia a la periodista Paola Sorge, que le permitiera escribir un libro de 208 páginas? En las redes sociales de la editorial Castelvecchi ya se promocionaba desde el pasado 3 de julio. Sorge escoge una frase de Fidel Castro como anuncio de lo que el lector podrá encontrarse: “El amor es el viento que empuja las velas del barquito de la vida”.
El primer encuentro de Fidel Castro y Anna María Traglia ocurrió en la Nunciatura Apostólica de la capital cubana, según relata el libro. Era el 20 de mayo de 1975, y ella era una joven de 27 años.
“Llegué con un gran ramo de rosas rojas muy espinosas para colocar debajo de la pintura de la Virgen en la nunciatura. Fidel estaba allí, fumando su puro y parecía visiblemente aburrido. No tenía una gran opinión de él, también debido a la propaganda de Estados Unidos. Pensaba que era un pequeño monstruo, como Stalin “, admite la amante a la periodista Paola Sorge.
Anna María era la sobrina del Cardenal Vicario de Roma, Luigi Traglia. En 1975 ya tenía dos hijos, luego de 10 años de matrimonio con un ingeniero civil. Pero el hombre del puro la cautivó. Ese día marcó el inicio de una historia de ¿amor?, que Anna María asegura duró varias décadas.
Su primera estancia en Cuba duró cuatro meses. Castro la veía en la mansión habanera que le había obsequiado. Dice ella que “llegaba cada día a la La Casa de las Flores, pasadas las 11 de la noche, tras terminar con sus compromisos políticos”.
La sobrina del Cardenal Vicario de Roma explica además en el libro que su vínculo con Castro era “verdadero e importante, muy importante”. Reconoce haber sentido “un amor y una pasión que no sabía que existían” y recuerda al hombre del puro como “fuerte y decidido pero conmigo gentil, cariñoso y simplemente maravilloso”.
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Neus Francino
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