Oficiales del MININT en Cuba decomisaron unas 48 toneladas de ajo a un campesino de Alquízar, provincia Artemisa, en lo que ellos califican como como un presunto caso de “enriquecimiento ilícito”, según informa el oficialista Canal Caribe.
Los oficiales del Ministerio del Interior cuentan como prueba de este “enriquecimiento ilícito” que el campesino, perteneciente a la CCS Frank País, solo se contrató “violando lo establecido” 7 toneladas de ajo con destino a Acopio, “evadiendo así tanto el productor, como la cooperativa, el mecanismo establecido”, mediante el cual Acopio le compra por una miseria los ajos al productor. Si se lo recoge.
Sí, porque en días pasados vimos cómo Acopio no le recogió ni distribuyó entre la población un camión de piña en Matanzas y esta se echó a perder, delante de la vista de todos. Ha sucedido también con el tomate y el mango; y en repetidas ocasiones.
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Sin embargo, el mecanismo diabólico creado por el Estado cubano exige al campesino “transparencia” en estos casos. Transparencia que se traduce en una frase: véndemelo todo a mí. O casi todo. Y a precio de ganga.
Como este campesino de Artemisa no accedió a vender el fruto de su trabajo, sudado en el campo, por una miseria, y vendió unas 75 toneladas de ajo en las provincias de Pinar del Río y Camagüey a mejor precio, todo amparado legalmente con contratos facilitados por la cooperativa, ahora lo acusan de “enriquecimiento ilícito”. Las 75 toneladas las vendió por el valor de $2 millones de pesos moneda nacional. Es decir, a 26 pesos el kilogramo. A $12 pesos la libra.
Para que se tenga una idea: El propio Estado vende la libra de ajo a tres veces ese valor ($46 pesos) y la compra a $5,45.
Al menos así está recogido en la RESOLUCIÓN No.1096/2017 del Ministerio de Finanzas y Precios, aún vigente, que estipula que el quintal de ajo (un quintal equivale a 220 libras) se comercializa de febrero a mayo a $1100.00 pesos; de junio a enero a $1350.00; y en el caso de aquel que va para la industria a $1100 pesos moneda nacional.
Las matemáticas sencillas nos dicen que el Estado cubano obtiene en el negocio de compra-venta de ajo aproximadamente unos $40 pesos de ganancias. ¿Y el que se enriquece ilícitamente es este campesino artemiseño que “le sacó” de ventaja apenas unos $7 pesos al producto que él mismo cosechó?
Al pobre “capitalista desmesurado” le encontraron además, para mala fortuna suya, unos cuatro tractores sin la documentación actualizada. Descubrieron asimismo que el campesino sembró el ajo en las tierras de otro campesino para “esconder el origen de la mercancía”.
Agrega el reporte del NTV que las 48 toneladas de ajo estaban almacenadas en cuatro depósitos.
por Roberto A.
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