Luego de la operación, los tres médicos cubanos tuvieron que darse una ducha de agua hirviendo.
Tres médicos cubanos, para más señas villaclareños, realizaron una cesárea en Argelia a una mamá portadora de la COVID-19, que dio a luz una hermosa niña. Ambas, madre e hija, están a salvo.
Los tres médicos cubanos cumplían guardia en el hospital de la Mere Enfant (Madre-hijo) cuando llegó una paciente argelina, con 39 semanas de gestación, que presentaba un cuadro complicado desde el punto de vista respiratorio.
Dice la prensa oficialista que esta situación puso “en franca amenaza” la vida de la mujer y la de su criatura que traía en el vientre.
El hecho ocurrió en la provincia de Djelfa.
La madre, de 31 años de edad, había sido diagnosticada en medio de la pandemia, y se encontraba evacuada en el Hospital General, procedente de una sala con pacientes afectados por SARS CoV 2.
El equipo argelino-cubano, cumpliendo estrictamente con las medidas de protección, procedió al alumbramiento. De hecho, hasta se pusieron dos batas, y cuatro pares de guantes.
Por la parte cubana estuvieron presentes los doctores Anniabel Guerra García, especialista en Ginecología y Obstetricia; su esposo Manuel Bernardo Rodríguez, experto en Anestesia y Reanimación; y Olga María López Popa.
Dice la prensa oficialista de la isla que los tres médicos cubanos tienen “vastos conocimientos en los caminos de la Neonatología”.
La niña pesó al nacer ocho libras y ocho onzas. Sin contagio de la enfermedad, y al otro día marchó a casa. Su madre, quedó ingresada.
“La recuperación, tanto de la madre como de su criatura es satisfactoria”, afirma la Dra. Olga María López Popa. Y agrega: “Aquí he visto casos sorprendentes solo reflejados en la literatura, o se han tenido que enfrentar circunstancias no vistas en Cuba. Vale decir que Anniabel y Manuel realizaron una histerectomía con ellos solos, sin auxiliares, pero te queda esa satisfacción de entregarle los mayores regocijos a la vida”.
Los doctores Guerra García y Bernardo Rodríguez al término de la cesárea. Ella, especialista del Hospital Ginecobstétrico Mariana Grajales. Él, del Clínico Quirúrgico Arnaldo Milián Castro, ambos de la capital villaclareña.Según relata López Popa, la madre era primeriza, y al rememorar el caso y “el miedo”, expresó: “Si bien esta paciente resultó una emergencia no sentimos miedo. El deber profesional se impone.”
Cuenta que luego les quitaron toda la ropa; les aplicaron un desinfectante especial y se tuvieron que dar una ducha de agua hirviendo.
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