La calle Fábrica, en el barrio de Luyanó, fue ayer el escenario de una batalla vecinal. No ha sido la única

Las redes sociales me permiten -lo cual es siempre de agradecer- estar al tanto de la vida de grandes amigos que aún me quedan en Cuba. Jorge Carpio es uno de ellos. Compartimos tiempos y espacios, cuando ambos éramos estudiantes de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana; y luego vinieron charlas -a veces diletantes, otras más terrenales- en la Casa del Té de la UPEC, o en El Hurón Azul de la UNEAC.  Uno de sus últimos posts en Facebook ofrece pormenores de una peculiar batalla vecinal en Luyanó.

Escribe mi amigo Carpio: “Ahora por la tarde, horario en que fisgoneo, escucho una trifulca barriobajera entre mis vecinos. Están preocupados por la propagación de la Covid-19. -La Habana es el foco principal, dicen- y se culpan unos a otros. Un grupo acusa a los que hacen colas. El otro a los que hacen fiestas. Durante un rato están en ese jaleo. La situación se tensa. Los coleros amenazan: en cuanto sintamos música, vamos a llamar a la policía. Y los fiesteros responden: y nosotros vamos a decir que ustedes compran pollos para revender. Se insultan. Se llaman, de ambas partes, chivatos, coleros y borrachos. Pero de repente comienza a llover y baja la tensión. Las autoridades sanitarias esperan que para mañana disminuya el número de contagios“.

Solo el agua que cayó del cielo -según refiere el colega Jorge Carpio- pudo aquietar los ánimos. Veremos hasta cuándo la calle Fábrica, en el habanero barrio de Luyanó, amanece tan apacible como esta mañana de martes… tras la batalla vecinal de ayer. Ojalá dure la paz en tiempos de pandemia y que fiesteros y revendedores sigan conviviendo en ¿armonía?

Si otra trifulca se avecina, que sea más “musical”, como esas batallas que también cuenta Carpio en sus redes entre él y sus vecinos reguetoneros. Melodías y notas se adueñan de toda la calle Fábrica, a ver quién gana; quién baja primero el volumen.

En medio de la cuarentena en Cuba por coronavirus, un día Carpio anunciaba en sus redes: “Ahora puse Madame Butterfly, y los reguetoneros empezaron a gritar. Qué… es eso?, dicen. Algunos tiran las puertas. Esto se pone bueno”. Días atrás había hecho un primer llamado desde la desesperación del confinamiento: “Mensaje a los amigos. Necesito música de la India, con plegarias y todo, mejor, para utilizarla en mi cruzada contra el reguetón de mis vecinos. Si alguien puede enviarme, lo agradeceré. Al final, además del Coronavirus, llevamos una guerra contra el reguetón. Y tenemos que ser solidarios”.

Ania Liste

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