El gobernante de Cuba, Miguel Díaz-Canel, pidió la víspera perfeccionar el comercio electrónico ante la presencia de la Covid-19 en el país, y frente a las insatisfacciones generadas en la población.
Las palabras de Díaz-Canel calaron hondo entre los directivos de Tiendas Caribe y Cimex que participaron en la reunión habitual de chequeo a la situación epidemiológica que tiene lugar cada día en el Palacio de las Convenciones.
Díaz-Canel dijo que “ese tipo de comercio llegó para quedarse”, pero sin dudas al decirlo estaría pensando en Amazon, y por ello abogó por perfeccionarlo.
Tal vez lo más interesante de su reclamo es que el mandatario cubano habló de las quejas de los usuarios debido a la tardanza de pedidos o el descuento del efectivo sin realizarse la orden.
Así lo divulgó también la web de Presidencia de Cuba.
Punto y aparte para el sueño del mandamás cubano, quien abogó por “la necesidad de generar confianza con las soluciones que se darán, pedir las disculpas correspondientes y no dejar a las personas con incertidumbre,” un pedido más propio de un trabajador de un hotel con administración extranjera, como Iberostar o Sol Meliá, y no de un distribuidor de Correos de Cuba.
Sin dudas, Díaz-Canel parece atrapado en el tiempo; entre la voluntad de ofrecer soluciones reales a un problema serio, y la realidad de una dificultad económica seria que le impide al país afrontar con “dignidad” el asunto. Si a eso le sumamos el deterioro de los valores en la prestación de servicios, tenemos una mezcla explosiva.
Y es que, mal que le (nos) pese, la triste realidad es que la sociedad cubana se ha acostumbrado a no tener respuestas, o a esperar por una orden para darlas; y no parecemos estar acostumbrados a recibir en nuestra cara quejas por un mal servicio, sobre todo cuando esas quejas provienen de algo que escapa de nuestras manos.
Esa empatía o reconocimiento que debe tener, por ejemplo, el distribuidor, de que él forma parte de una cadena, y que la persona que paga exige respuestas a él por el servicio, y por tanto él es “la cara del problema”, exigirá al menos unas teleclases para todo el país.
Una carta publicada hace 48 horas en la sección Acuse de Recibo del diario oficialista Juventud Rebelde, nos da una imagen del panorama que intentamos explicar.
Bajo el título de ¿El cartero o la ventanilla?, el diario nos revela el caso de Juan Alberto Gómez Morales, residente en San Mateo 763, entre General Lora y Barnada, en la ciudad de Santiago de Cuba. El hombre acudió a la oficina de correos para efectuar un giro postal y fue maltratado por la cartera que atiende su zona.
El hombre, no se quiso quedar dado y fue donde la directora a revelarle el maltrato sufrido. La cartera alegó que lo que decía Juan Alberto era falso, y ahí quedó todo. La cartera en su puesto y su mal carácter para maltratar en los próximos días a otro cliente.
Si Díaz-Canel quisiera de verdad solucionar las quejas sobre el comercio electrónico en la isla, no solo deberá reconocer que hay un problema de logística en el servicio, sino que además hay mucha gente trabajando dentro de él con muy mala o pésima preparación; principalmente de cara al cliente.
No bastará solo garantizar la mercancía, sino enseñarle a mucha gente que, ese cliente afectado, no es tu enemigo, y no tienes por qué maltratarlo bajo ningún concepto. Una idea que se resume en una máxima: EL CLIENTE SIEMPRE TIENE LA RAZÓN.
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