El populista Jair Bolsonaro, el presidente electo de Brasil, continuó haciendo méritos para convertirse sin dudas, en el peor presidente que ha gestionado la pandemia del COVID-19 en el mundo. Alguien que le avise: Brasil duplicó en una semana la cifra de fallecidos por el coronavirus y ya se encuentra anclado en el lugar ocho del listado de países con más fallecidos por la enfermedad, según las cifras – esta mañana 8:00am – publicadas por la Universidad de John Hopkins.
El drama puede resumirse de muchas maneras. La gestión de Bolsonaro de una: nefasta.
Con 1,226,764,359 habitantes menos que China según cifras del World Meters, y con tres meses de ventaja para prepararse contra el COVID-19, Brasil lo ha hecho tan mal pero tan mal, que el único que no se da cuenta es el propio presidente de la nación carioca.
25 de sus 26 gobernadores de estado estaban hace dos semanas en contra del manejo de la epidemia en la nación. Bolsonaro insistía en la necesidad de seguir adelante, luego de haber estado no pocos días diciendo que el COVID-19 era “un resfriado”, momentos en los cuales hasta dijo que a los brasileños nunca los había pescado nada.
Horas antes de destituir a su ministro de Salud Pública, compareció en un acto en el que “supuestamente” alentó a sus seguidores a dar un golpe de estado contra el Congreso. ¿Motivos? El Congreso parece haberse cansado de sus locuras. Para colmo de males compareció sin mascarilla, sin guantes, y hasta tosió varias veces en su arenga. Parece que de veras, Jair se considera inmune, pero Boris Johnson le pudiera decir que no.
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Luego despidió al Jefe de la Policía, y horas más tarde, debido a esto, renunció su Ministro de Justicia.
No se trata de política sino de ciencia; cordura. En el colmo del desespero, en algunas provincias han tenido que admitir “el regreso” de los médicos cubanos que ellos mismos rechazaron.
Se podrán decir miles de cosas; pero el problema con el Amazonas parece poco, comparado con el drama que ya está enfrentando Brasil.
Que no nos tome de sorpresa; si todo sigue como va, Bolsonaro pudiera terminar antes su mandato. Los muertos por COVID-19 se disparan en la nación latinoamericana y dentro de muy poco, la gente no podrá quitarse la mascarilla – nasobuco – pero optarán al menos, por bajarse un lado de la venda que tienen en los ojos.
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