“Nunca pensé ver tantas bolsas con muertos en mi vida”. Este ha sido el testimonio que Arsenio López, director de la funeraria Borinquen Memorial en Bushwick, Brooklyn, ha dado al medio MarketWatch. Arsenio es además veterano de la guerra de Vietnam.
“Pensé que nunca vería tantas bolsas con muertos en mi vida, y las estoy viendo ahora”, dijo López mientras compara el coronavirus en la ciudad de Nueva York con la guerra.
La ciudad de Nueva York se ha convertido en el epicentro de coronavirus del país. La Gran Manzana ha llegado ya a la cifra de 100 mil contagiados, y cientos de personas mueren cada día a causa de la enfermedad en los cinco distritos, según el Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York.
Hasta la fecha, para ayudar a lidiar con el desbordamiento de las muertes por coronavirus, se han enviado morgues improvisadas, muchas construidas con camiones refrigerados, a hospitales de la ciudad. A medida que se llenan, también lo hacen las funerarias, los crematorios y los cementerios. Lo más terrible es que la mayoría de las funerarias no tienen refrigeración, y muchos directores de funerarias eligen no embalsamar los cuerpos debido a la posible exposición al coronavirus.
Alexander Kurbatsky, director de Big Apple Funeral Services, con sede en Gravesend, Brooklyn, dijo que usa una máscara casi todo el día, deja su ropa en el garaje cuando llega a casa e inmediatamente se ducha y desinfecta.
“Tengo que mantenerme saludable o tratar de permanecer libre de COVID para ayudar a la próxima familia, porque si no estoy afuera, si estoy aislado o si Dios me lo permite si estoy en el hospital con el ventilador, no voy a poder ayudar a nadie”, dijo.
“Cuando las personas mueren en casa y nunca se hacen la prueba, no se las considera COVID”, dijo un director de funeraria que pidió no ser identificado. “Pero cuando hablas con las familias, te dicen ‘Oh, sí, mi padre tuvo fiebre durante tres días y luego no pudo respirar y luego falleció’.
“Pero no es un caso confirmado porque no se hizo la prueba,” declaró la fuente.
Muchas funerarias en la ciudad están ofreciendo solo “entierros directos y cremaciones” para los muertos. Otras, están tan sobrecargadas que han tenido que rechazar a las familias.
Algunos cementerios en la ciudad también han establecido sus propios protocolos, limitando la cantidad de personas que pueden asistir a los funerales, o la cantidad de funerales que se realizan cada día, en un esfuerzo por mantener el distanciamiento social.
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