A través del Paquete llegaron los reality shows a Cuba, y muchos se han quedado enganchados a este formato televisivo
Si bien hace unos años, era cosa de televisoras extranjeras y distaban mucho de los programas a los que estaban acostumbrados los cubanos, no es menos cierto que los reality shows han llegado a la isla con muy buena aceptación.
Aunque no falta el público que los califica de superficiales y mediocres, también son varios quienes los prefieren como una opción de entretenimiento, un producto fácil de digerir que no requiere de muchas neuronas.
Lía Otero, de 22 años, recuerda su afición por Doble Tentación, uno de reality shows que más simpatizantes ha encontrado en el archipiélago. “Lo mío era muy grande, yo me alteraba y todo viéndolo. Hice afinidad con algunos personajes y luego llegaba a detestar a sus contrincantes. En realidad me relajaba muchísimo, para pensar ya está la vida”.
Janet Sousa, suele ser un poco más escéptica. “Yo lo vi porque mi hermana lo ponía y la televisión cubana es tan mala que no sabes qué poner, pero a mí nadie me hace un cuento. Esos shows ya están ensayados, montados y preparados. Ahí todo el mundo sabe lo que va a hacer y cuál será el final. A mi juicio, de real no tienen nada”.
Volverías con tu ex, La Isla de las tentaciones, Bailando por un sueño, Nuestra Belleza Latina, Master Chef y muchos otros reality shows, nutren las carpetas que el famoso Paquete Semanal lleva a diversos hogares cubanos. “Todos los que he visto han sido del paquete. Aquí en la televisión no ponen nada de eso, y no tenemos otra manera de ver lo que proyectan desde fuera si no es por esta vía”, explica Maricel Rodríguez.
A juicio de Sandra Esquivel, teatróloga, lo peor de muchos de estos formatos es lo ficticios que se ven. Aunque casi siempre es evidente que lo que se está proyectando es puro montaje, muchos lo consumen sabiendo que no hay tal autenticidad. “Yo diría que, paradójicamente eso es lo mejor que tienen, logran enganchar aun cuando el televidente está convencido de que lo que está mirando no está sucediendo en la vida real”.
Lo que si es cierto es que, a pesar de no ser profundos ni tener mucho menos para algunos guiones inteligentes, estos reality shows han sabido hacer lo que muchos productos no han logrado en Cuba, aun cuando tengan ideas geniales detrás. Esas preferencias que en la mayor de las Antillas se extienden, desde adolescentes hasta personas de la tercera edad, han obligado a que los productores de programas se sienten a pensar qué puede resultar atractivo.
De ahí que en los últimos tiempos sean comunes en la isla propuestas como Sonando en Cuba o Bailando en Cuba que aunque no son precisamente reality, sí toman algunos rasgos y los efectos se han visto en la buena acogida por parte de los televidentes.
No obstante para Marcelo Iglesias, “estos programas, aunque fueron buenos y diferentes de lo que se ha venido ofreciendo en los últimos años, pudieron haber sido mejores si no hubiesen intentado copiar de una manera tan burda a los shows extranjeros”.
Elaine Gálvez, psicóloga social, expresa que es normal que ante este tipo de programas las personas se identifiquen con los actores o nominados que tienen delante. De ahí que se genere una simpatía hacia esos espacios televisivos. “Por tanto, podría establecerse una similitud entre las características de quienes participan en esos shows, y entre quienes los siguen”.
Las opiniones sobre el éxito o la veracidad de estos reality suelen ser muy diversas, no obstante, el hecho de que en Cuba sean tan bienvenidos obedece a la falta de producciones como esta que hasta algunos años había en el país. No es menos cierto que reflejan estilos de vida diferentes y comportamientos novedosos de los participantes que actúan como gancho en una sociedad como la cubana, en la que todo, por nuevo, asombra.
Lucía Jerez