Pawel escogió Cuba para su proyecto Bailar para conectar. En cualquier plaza arma la rumba
Pawel es un alemán enamorado de Cuba. Lleva la música en la sangre y conoce el repertorio popular bailable casi mejor que cualquier ciudadano del país. Durante ocho años se dedicó al Derecho, las Ciencias Políticas y los Negocios Internacionales, pero en 2019 decidió mostrar al mundo sus aficiones en un proyecto que llamó Bailar para conectar.
“Escogí esta isla porque tiene mucha alegría”, dice. “La música cubana es la mejor del mundo. Cuando suena en vivo, no hay mejor medicina para el cuerpo, es imposible no moverse”. Entre sus archivos guarda discos de agrupaciones nacionales de renombre como la Charanga Habanera, Havana D’Primera, Pupy y los que Son Son. Le gustan “por su ‘tumbao’, porque suenan distintas a cualquiera que exista”.
Pawel pasea por las calles habaneras en busca de un escenario idóneo para comenzar la rumba, su Bailar para conectar. En cualquier parque o plaza de la ciudad pone música y comienza su baile. La gente se le suma. Filma todo y lo cuelga en su canal de YouTube.
Cuenta que aprendió danza con latinos, pero en su país natal, dando clases al compás de los movimientos de una colombiana y un brasileño. “Lo demás fue práctica, ver videos y buscar nuevos pasos”.
Su proyecto Bailar para conectar no pretende enseñar, sino lograr la comunicación entre las personas más allá del habla. “Mucha gente me dice que no sabe, que no tiene ritmo, pero mi iniciativa no es solo eso, sino que la gente que no se conoce, se comunique a través del baile y la música que nos trae un mensaje más profundo”.
Pawel trae a Cuba su bailar para olvidar los problemas, “para que cuando bailen se les olvide todo”. Su proyecto tiene las puertas abiertas para quien quiera sumarse, aunque según él “la salsa buena la ponen los cubanos”.
De sus viajes a la isla guarda grandes momentos. “Traje amigos de Alemania y se quedaron encantados. Nos reímos, bailamos y disfrutamos mucho la forma de ser del cubano. Hasta el asere se nos quedó grabado para saludarnos entre nosotros”.
Las ganas de mover el cuerpo nunca le faltan. Dice que el ambiente de La Habana se presta para eso, porque “la gente enseguida saca una botella de ron y comienza la fiesta”. Por eso sigue prefiriendo este pedazo de tierra caribeña para sus andanzas. La música cubana, dice, lo hace vivir.
Texto y fotos: Vladia Rosa García