La lista dice que solo se venderán dos paquetes de pollo por persona. Un cliente bromea: ¿dónde está el pollo, el aceite o las salchichas?
Parecería que en Cuba los productos regulados van más allá de la canasta básica y las bodegas, incluso en los establecimientos de venta en divisas han comenzado a racionarse insumos de primera necesidad, debido a su escasez y a la demanda del público. En los listados colgados en algunas tiendas se lee claramente: “dos paquetes de pollo por persona”.
Picadillo, pollo, tomate, mantequilla, cerveza, refrescos, jugos, salchichas, pomos de agua, toallitas húmedas, papel higiénico, aceite, conservas y hamburguesas, engrosan la lista de artículos que no pueden comprarse al libre albedrío sino en dependencia de la cantidad de unidades establecidas.
Según una de las trabajadoras del Rápido ubicado en la esquina de 14 y 23 en el Vedado capitalino, “la iniciativa vino de las máximas autoridades y tiene como objetivo evitar el acaparamiento y tratar de que la mayor cantidad posible de personas pueda satisfacer necesidades elementales”.
Por su parte, Maritza Arencibia, dependienta, dice que “se espera que el listado continúe creciendo, pues cada vez aumenta más el déficit de mercancía y, por tanto, la demanda y el desespero”.
Manuel Bermúdez bromea alegando que “lo más divertido es que la mayoría de los elementos que tiene la lista están en falta en los establecimientos. Para colmo, te hablan de cosas que ni siquiera las hay, por ejemplo, ¿dónde está el pollo, el aceite o las salchichas?”
Ángela Oramas se cuestiona delante de la vidriera por qué no puede comprar más de dos puré de tomate. “Hoy en casa hay un almuerzo familiar y queremos hacer espaguetis. Somos una familia grande y dos cajitas de ese tamaño, no nos son suficientes. Yo quería comprar cuatro, pero me han dicho que debo venir con una persona que compre las otras dos. ¡Qué cosa tan ilógica!”
Una sorpresa similar se llevó Elda Fernández, quien reside en los Estados Unidos y se encuentra de visita en La Habana. “Quería aprovechar y comprarle unos cuantos paquetes de toallitas húmedas a mi hija. Está recién parida y eso en este país es una renta, son muy caras y, además, se pierden con mucha frecuencia. Tenía al menos la tranquilidad de dejarla abastecida por unos meses, pero qué va. No me permiten comprar más de dos estuches. Se dice y no se cree”.
Esta medida ha puesto las cosas muy difíciles, sobre todo para los cuentapropistas, que ante la ausencia de un mercado mayorista, se ven obligados a adquirir los productos en los mismos sitios donde compra el resto de la población. “¿Ahora qué yo me hago? Porque dos pomos de aceite no rinden en mi cafetería para un día entero. Lo mismo sucede con dos blisters de pomos de agua chicos, que es el límite que puede adquirirse”, sostiene Rigo Sánchez, administrador de un negocio privado en Centro Habana.
Marcia Elizalde, propietaria de una paladar, aclara a Cubacomenta que la solución que ha encontrado para este dilema es ir a varios lugares en un día y comprar lo mismo varias veces, a fin de poder completar la demanda de su local, o al menos aliviarla. “Lo malo de esto es que no en todos los puntos de venta están todos los productos. Tal vez muslos de pollo hay solamente en una tienda, mientras que la otra solo tiene hamburguesas, y así sucesivamente. Ahí es cuando nos quedamos sin alternativa, comienzan los espacios vacíos en la despensa del negocio y, por tanto, cae la venta. Sin embargo, al Estado tenemos que seguirle pagando el mismo impuesto cada mes”.
Zoila Saldiñas asegura que si bien esta regulación “controla” el acaparamiento, aparentemente se presta para que aumente el soborno y marañas de diversa índole. “Hay muchos negociantes que le dan un por ciento a los trabajadores de los mercados para que les separe la mercancía, o si no, le ofrecen dinero a otras personas para que hagan la cola y les cedan las unidades que les corresponden. Tú sabes que el cubano le saca punta a todo. Imagínate, hay que sobrevivir”.
Texto y foto: Lucía Jerez