La “coyuntura” en Cuba parece la historia interminable. Muchos han tenido que volver a pedalear en sus bicicletas, que guardaban en un rincón; y otros tratan de llegar a los precios de las que hoy se venden
El transporte en Cuba no ha mejorado desde la llamada “coyuntura”. Cada vez los tiempos de espera en las paradas aumentan, lo que, unido al reciente despliegue de inspectores del transporte, encargados de ponerle cada vez más alta la parada a los boteros, dificultan el desplazamiento entre un punto y otro de la ciudad.
La solución varía de acuerdo al poder adquisitivo de cada cual. Las motos eléctricas son una alternativa más que explotada, aunque no disponible para todos los bolsillos. La venta de autos, recién iniciada, podría ser otro aliciente pero, teniendo en cuenta los altos precios y que no hay gasolina para echarle, queda descartada. Entonces se alzan las bicicletas como transporte común en medio de la coyuntura en Cuba.
Comprar una bicicleta no es sencillo, ni barato. Las dificultades para acceder a una, hacen a algunos recordar los tiempos más crudos del Período Especial. “Los apagones eran bestiales y la gente lo único que tenía era el Malecón. Habían clubes de bicicletas, las personas se movían en ellas, incluso para la playa”, refiere Ángel, de 54 años.
“La cosa se puso tan fea, que te asaltaban hasta por una bicicleta china, de las más malas del mercado. Ponían una soga de noche entre una acera y la otra, y te tumbaban; era mejor quedarse en el suelo, pues si reclamabas te llevabas una buena paliza. Imagínate que costaban entre 2500 y 3000 CUP”, concluye.
Ahora en medio de la llamada coyuntura en Cuba, el precio sube mucho porque el Estado no tiene bicicletas disponibles. “Antes, ibas a cualquier tienda y había; en algunas las vendían en las jugueterías o en la parte de equipos deportivos. Ahora es imposible dar con una y, cuando la encuentras, es preferible comprársela al particular, pues tienen el mismo precio; además, al menos él la importó hace poco”, explica Karla, estudiante del preuniversitario Saúl Delgado.
Como para casi todo el comercio informal en la isla, Revolico es el portal de clasificados preferido. Andrés, por ejemplo, compró “una 20 plegable por esa vía en cien pesos. Una verdadera ganga. Antes iba a buscar una A-Bike, súper pequeña, pero no me convenció: era plástica, de ruedas pequeñas. No la compré, pero llegó alguien delante de mí y dio 60 dólares por ella”, nos aclara.
Entre los ejemplares ofrecidos en el portal, pocas bajan de los 100 CUC, aun cuando no tienen grandes cantidades de accesorios. Tal es el caso de la que vende Iriam: “La bicicleta es recién importada, no se vende con más nada, solo con el sillón y los guardafangos. Yo generalmente me dedico a esto, si tienes el dinero en la mano puedo ajustarme en el precio”, me dice. El “ajuste” es de solo 30 dólares.
Otras pueden costar hasta 650 dólares, si son de carreras. Así se anuncia una en Revolico, ofrecida con cuenta millas, tenedor de fibra, cuadro de aluminio y luces led.
Solo Oscar se promociona con precios algo más asequibles. En El Cerro tiene su taller donde arma algunas bicicletas, “y las vendo más baratas, en 60 u 80 cada una. Me vuelan, pues baratas hay pocas ahora mismo, cuando más se necesitan”, destaca. Sus piezas salen de otras en peor estado, o las traen los clientes.
Aun así, los costos continúan por las nubes en el peor momento. Lázaro va a su trabajo todos los días en bicicleta, desde cerca de la Lanchita de Regla hasta el Obelisco, en Marianao. “Yo me salvé porque siempre la tuve, solo que la había tirado a un lado. Es mucho lo que pedaleo cada día, pues si espero un carro me cuesta muy caro, y las guaguas las descarté hace mucho tiempo”, finaliza.
María Carla Prieto