Los apicultores cubanos ven como su trabajo está siendo destinado para la exportación. Y mientras tanto, “el transporte de la miel, las herramientas de trabajo, de protección, corren a cuenta de ellos”
Cuba tiene previsto exportar en 2020 más de 8 mil 300 toneladas de miel de abeja, según informa Prensa Latina. Ya en julio de 2018 el Grupo Empresarial Agroforestal del Ministerio de la Agricultura aseguraba que con la miel y sus derivados alcanzaban ingresos de unos 20 millones de dólares al año. No obstante, los apicultores cubanos no parecen beneficiarse con estas ganancias.
Quienes se dedican a este oficio viven, prácticamente, para el Estado. Este se ha agenciado la miel del país, mediante convenios de distinta índole, para su comercialización en el mercado internacional. El gobierno se aprovecha porque quién no sabe es como quién no ve.
Lo anterior lo demuestra Manuel, apicultor cubano del poblado cienfueguero de Limones. Refiere recibir “17 900 pesos cubanos por tonelada, es decir, poco más de 700 CUC (al cambio de 1 x 25)… Como entrego 10 toneladas en el año, me es suficiente para vivir”.
Seguramente este hombre no conoce los precios de venta de cada tonelada en el exterior, por eso se muestra agradecido y decide no hablar de los desvíos de dinero en concepto de pagos a entidades.
Según Emerio, también apicultor cubano y compañero de trabajo de Manuel, por estos desvíos pierden “casi dos mil pesos del cobro, a repartir entre cinco personas que son las que ayudan a castrar las colmenas; eso sin contar el dinero que hay que invertir comprándole los materiales a la empresa”.
“Trabajar en el campo es muy duro”, enfatiza Emerio del otro lado de la línea telefónica. “Los madrugones, las picadas continuas de las abejas, además de la larga jornada de trabajo”.
La vida, además, no se les hace fácil en ningún sentido. “El transporte de la miel, las herramientas de trabajo, de protección, corren a nuestra cuenta. Quien tiene buenas botas, o mallas decentes, es porque siempre está encima de eso, y las adquiere por ahí, cuando las hay, los demás, sencillamente, remendamos”.
A esto podemos sumar también la demora en los pagos. La empresa Apicuba, compradora autorizada, tiene constantes retrasos a la hora de abonar las cantidades, “a veces hasta se nos ajuntan. Generalmente, cobramos sin hacer alardes de ningún tipo, pues no sabemos cuándo será la próxima vez”.
Miel para exportar… ¿y los de aquí?
En enero pasado, el medio oficialista Granma referenciaba la apertura de una nueva línea de envases en Sancti Spíritus. Con tecnología española, esta es capaz de entregar en una jornada 4680 frascos de miel para la exportación.
Los cubanos, al parecer entonces, hemos tenido que decir adiós a las bondades de la miel. Hay pero para la exportación. Solo los frascos de propóleo nos llegan, de vez en cuando, a algunas farmacias. “Se venden en 2.60 pesos cubanos, como productos liberados, pues entran como medicina natural. Sin embargo, solo los más viejitos los compran. Ahora no tenemos”, me dice Arleny, farmacéutica de 23 y J, en el Vedado.
En el agro se puede encontrar, quizás, miel prieta, de mala calidad, “y aguada por demás. Uno sabe de sobra que los vendedores cocinan un poco de almíbar y la mezclan con la miel; por eso si la metes en el frío ves cómo se separa, quedándose una cosa dura en el fondo; o se le forman los granitos de azúcar”, comenta Ángela.
Pero igual tenemos que morir con esa: “Al ser una botella, aunque sea de las malas, te sale más factible dar 50 CUP por ella, que más por un pomito como el que venden en la tienda, con el cual no resistirías ni un catarro”, intenta convencerme el vendedor de un agromercado. “No vas a encontrar otra mejor”.
Texto y fotos: María Carla Prieto