Cubanos gastan largas horas en la calle recogiendo cualquier tipo de material que les pueda representar una ganancia. Recolectan materias primas y las venden al Estado

La recolección de materia prima en Cuba, más que una tarea ecológica, para muchos es la forma de ganarse la vida. Aunque la remuneración por la actividad es mínima, algunos han visto en las calles la salvación y la vía de poner un plato de comida en sus mesas.

“Este es una trabajo como otro cualquiera. Lo hago en mis ratos libres para tener una entrada extra, mientras tanto mantengo mi puesto fijo como auxiliar de limpieza”, comenta Hilda, residente en Nueva Gerona, Isla de la Juventud.

Desde el año 2013, la Resolución No. 42 de 2013 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social dispuso la labor del recolector-vendedor de materias primas entre las nuevas formas del cuentapropismo, pero en el documento no se especifica de dónde deben proceder estos recursos.

Quienes se dedican a esta labor encuentran en los vertederos los artículos para intercambiar. Muchos son distinguidos como “buzos” porque se dedican a revisar en la basura. Sin embargo, no es lo mismo.

“Revisar entre la desechos es la última opción. Si nos coge la policía nos pegan una multan y se llevan todo lo que hayamos recolectado hasta el momento”, dice Ricardo, quien desanda las calles de La Habana Vieja.

El valor de las materias primas que comercializan con el Estado varía en más de una ocasión durante un mismo año. Es en dependencia de la necesidad del país de obtenerlo en ese momento o no. En la actualidad, los objetos más demandados son los de bronce, cobre y aluminio, plástico y lata. El pago se efectúa en dependencia de la cantidad de kilogramos que logren recoger, desde 6 CUP por el plástico hasta 50 CUP por el cobre.

“Lo que más uno encuentra tirado son latas de cerveza o refresco. Pero como no pesan hay que recoger cantidad para llegar al kilo. En ocasiones, salgo desde temprano a revisar los alrededores, me coge la noche y todavía no llego a lo que necesito. Todo para solo ganarme 8 CUP”, asegura Yayo.

“Por el aluminio están pagando 23 pesos”, comenta Francisco. “Lo malo es lo difícil que es de encontrar. Nadie vota las cosas que tengan este elemento. Los días de suerte te encuentras una bandeja, un plato o cualquier objeto pequeño. Para llegar al peso que te piden debes pasarte semanas recolectando”.

A pesar de las largas horas en la calle recogiendo cualquier tipo de material que les pueda representar una ganancia, para ellos las caminatas y el sol es el menor de los problemas. “Triste es que llegues a materias prima con tres sacos y no puedas vender nada”, reclama Alfonso.

“No siempre te compran lo que llevas. La mayoría de las veces la cola es muy larga y todo el mundo trae lo mismo. Por tanto, los trabajadores atienden a un grupo pequeño y el resto pasamos todo ese tiempo buscando por gusto”, manifiesta un señor que dice dedicarse a la actividad hace varios años.

Otra de las dificultades a las que se enfrentan estas personas es a la escasez de efectivo para los pagos en los centros encargados de la materia prima. “Se quedan con todo lo que les hace falta y te pagan la mitad o lo que quieran. Entonces tienes que volver en otro momento para recoger el dinero y en eso puedes pasarte semanas. No entiendo cuál es el problema para dar 50 o 100 CUP, exclama Eusebio.

La recolección de materia prima desde la aprobación en 2012 de una política que incrementara el reciclaje ha tomado auge en el país. Según datos oficiales, en 2019 el territorio se ahorró 34.6 miles de millones de dólares en importaciones. Sin embargo, parece que cuesta pagar “unos centavos” a los que les hacen todo el trabajo.

Texto y fotos: Vladia Rosa García


 

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