Tendrán que doblar turno los inspectores en las paradas de La Habana. ¿La “coyuntura” en el transporte será para siempre?
Desde el Período Especial de los 90 y ante las continuas crisis que ha enfrentado el transporte en la isla, el gobierno cubano se ha valido de inspectores, sobre todo en épocas de mayores dificultades, los cuales se sitúan en las paradas de ómnibus para regular tanto a transeúntes como a conductores.
“Antes eran los famosos amarillos, ahora son los azules. El caso es que la función es la misma. Parar a los autos y obligar a los choferes a que recojan personal, en dependencia de la ruta que ellos lleven”, comenta Luisa, vecina de la calle La Rosa, Nuevo Vedado.
Cuando el pasado septiembre se anunciaba la “coyuntura” que enfrentaría el país, debido a la escasez de combustibles, estos inspectores volvieron a aparecer con más intensidad y, solían estar acompañados por policías y patrullas, a fin de impedir cualquier acto de violencia entre la población y “controlar” el tráfico.
Si bien los medios oficialistas se han encargado de repetir cual papagayos que la temida “coyuntura” es cosa del pasado, la realidad en Cuba pinta otra historia.
Este martes el portal digital oficialista Cubadebate publicó una nota en la que se precisaba que “los inspectores del transporte municipales con que disponemos hoy, fueron reorganizados en función de garantizar la permanencia fija en un total de 110 estaciones de alta concentración de pasajeros, con un doble turno de trabajo desde las 06:30 horas hasta las 19:30 horas”.
La Dirección General de Transporte Provincial La Habana (DGTPH) informaba asimismo que “la medida tiene como objetivo contribuir a la transportación de pasajeros en vehículos estatales en cumplimiento de las indicaciones dadas por Miguel Díaz-Canel, presidente de la República, sobre la obligatoriedad de los conductores de vehículos estatales de detenerse en todas las paradas”.
Un inspector de la capital en entrevista con Cubacomenta aseguró que “aunque desde septiembre estaba dada la orden de intensificar el control, sobre todo en los horarios pico, cuando aumentaba la concentración en los puntos de recogida de pasajeros. Hace poco convocaron a un llamamiento para reforzar la medida y aplicar la variante de doble turno, con el objetivo de lograr mejores resultados”.
“Normalmente, los choferes de los carros estatales no dan botella. Se creen que les pertenece la gasolina y la carcasa. Cuando un ‘azul’ los detiene, tienen la obligación de parar; de lo contrario, este tendría que apuntar la chapa para luego anunciarlo en la empresa y de ahí tramitar una medida disciplinaria. Pero todo eso se queda en el aire, en el papeleo y en la burocracia. No les afecta en nada a ninguna de las dos partes. A quien afecta es al trabajador o al estudiante que no se pudo montar”, opina Guillermo, residente en la calle 42.
A juicio de la habanera Nieve, la clave de todo está en que “el gobierno no garantiza medios eficientes y dignos para transportar a la población, por eso hay que incurrir en este tipo de prácticas que, en lugar de eficaces, resultan ridículas. Por otra parte, los choferes de esos vehículos muchas veces no tienen hojas de ruta actualizadas y mienten diciendo que llevan un recorrido distinto para evitar recoger a los viajeros”.
La estrategia que pretende llegar a las 311 paradas es otra evidencia de que la “coyuntura” no ha pasado todavía. Pareciera ser que como casi todo, el transporte en Cuba está condenado a seguir siendo uno de los huesos más duros de roer.
Texto y foto: Lucía Jerez