Los pavos rellenan neveras del mercado de Cuatro Caminos, pero no se venden: “¿quién va a dar 20 CUC por un pavo de esos, que para colmo están viejos?”

Los mercados de Cuba suelen ser noticia por sus estanterías y neveras vacías. Quizás por eso es que llaman tanto la atención ciertas neveras en el mercado de Cuatro Caminos, el mismo de la tan comentada batalla cuando abrió sus puertas el pasado 16 noviembre.

Luego del cierre y cuando Cuatro Caminos reabrió bajo una estricta vigilancia, los proveedores llenaron neveras con unos pavos pequeños: “pavitas condimentadas” dice la etiqueta.

Cerca estaba entonces el Día de Acción de Gracias o Thanksgiving, como lo llaman en otras tierras, y para abastecer las tiendas estatales a algunos de los “sesudos” a cargo de la compra de alimentos (quien sabe dónde) se le ocurrió invertir en estos lindos ejemplares, tan bien envueltos y condimentados de antemano.

A los aprendices de negociante (muy común en cargos económicos de responsabilidad en la isla), poco les importó conocer que la gran mayoría de los cubanos apenas conoce esta tradición y que no es el pavo un invitado especial en ninguna de nuestras celebraciones populares, ante la presencia casi obligada de una suculenta pierna de puerco asada o un “macho” cocinado en púa.

No obstante, quizás ante la cercanía de las reuniones familiares navideñas y de las festividades por la llegada del nuevo año, pensaron que la “pavita condimentada” se vendería como “pan caliente”, teniendo en cuenta además lo rápido que se vacían las neveras en las tiendas estatales, ante la gran escasez de alimentos a la que se enfrentar los cubanos.

Poco importó tampoco a los jefes de las cadenas comercializadoras ponerle un precio exorbitante y le estamparon una pegatina a cada bella envoltura con un reluciente $19.80 CUC, sin reparar en el “pequeño” detalle que un salario medio en Cuba es de solo unos $30.00 cuc.

El tiempo corrió, han pasado dos meses y los también llamados “guanajos” siguen en el mismo lugar y ante la misma gente. El mercado de Cuatro Caminos, aunque dista mucho de aquel abarrotado escenario de comestibles de sus primeros días, aún es la envidia de otros que a duras penas se mantienen por toda la ciudad suplicando mercancías
“Eso no se vende, ¿quién va a dar 20.00 CUC por un pavo de esos, que para colmo están viejos?”-me dijo una de las dependientas.

Tal vez la imagen de las pavitas amontonadas en las vitrinas le dan un toque distintivo al mercado de Cuatro Caminos a la vista de los visitantes extranjeros, porque da sensación de abundancia o porque simplemente la burocracia no permite reajustar precios estatales.

El dinero perdido en esas inversiones no es de nadie y al parecer es mejor retirarlas y echarlas a la basura antes que una “turba miserable” se abalance sobre ellas, por tener precios medianamente razonables para llevarlas a la mesa, a pesar de no ser esos especímenes invitados especiales en la casa de los cubanos de la isla.


 

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