En las paladares que las ofertan las fritas tienen mucha aceptación. Los cubanos siguen disfrutando este manjar

Decir “frita” en Cuba implica varios significados. En común solo tienen su relación con la grasa, la comida chatarra y las elaboraciones rápidas.

La “frita”, reina de la culinaria caribeña, se relaciona con una variedad de hamburguesa que originalmente llevaba carne de res molida, pimentón y manteca de chorizo. Pero que en la actualidad ha variado su modo de preparación hasta incluir embutidos o harina.

Según explica el libro de recetas Cuba gastronomía, la creación es obra de Sebastián Carro, un gallego que en la década del 40 vendía carbón en el Vedado y luego reinventó su negocio en un puesto de comida, donde este manjar alcanzó popularidad. En los inicios se caracterizaron por ofrecer ingredientes frescos, elaborados en el día.

En la actualidad varios son los lugares que destinan un puesto a la tradicional mezcla. Cada uno le da su toque propio para atrapar más público. “Es una elaboración sencilla. La masa acepta de todo un poco, aunque uno trata de hacerla con un solo tipo de carne y condimentarlo bien. También se añade un poco de picante que no debe faltar”, aclara Ernesto, ayudante de cocina de un restaurante en La Habana Vieja.

Después del triunfo de la Revolución y con la eliminación de los negocios particulares, se perdió por un tiempo la costumbre de las fritas. No obstante, en la década del 80 se retomó la elaboración con algunas variaciones, que permanecen en la actualidad.

 

“A veces no se específica qué contienen, pero las comes porque saben bien. Lo mismo las encuentras en lugares de alcurnia, a precios elevados, que en cafeterías estatales, donde las hacen con picadillo de soya y cuestan 10 pesos”, comenta Amanda.

Alfredo cree que la satisfacción de sus clientes depende de la consistencia y la presentación. Él es dueño de un pequeño bar en El Vedado. “En las tablillas aparece ‘pan con hamburguesa’ y las frituras pueden ser hechas con cualquier invento casero, pero uno las adorna con ketchup, mostaza, pan suave y a cualquiera se le hace la boca agua. Sucede que llevamos tanto tiempo comiéndolas que no distinguimos ya la original”, jaranea.

“Los días que no hay dinero para comernos un plato de comida, ese es el almuerzo”, aclara Lisandra, estudiante de preuniversitario. “Si le ponen lechuga o una rueda de tomate, te pasas llena toda la tarde. Es una opción económica y fácil de encontrar”.

La cocina cubana está llena de secretos e invenciones milenarias. Las “fritas” son las súper burger tropicales, oportunas en todo momento y en cualquier lugar.

Texto y fotos: Vladia Rosa García

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