En el Hotel Saratoga se han hospedado famosos como Madonna, Marco Antonio Solís, Rihanna, o Mick Jagger, durante sus visitas a La Habana
Aunque lleva más de 11 años cargando maletas allí y recibiendo a cuanto visitante cruza la puerta, Daer se pregunta con frecuencia qué tendrá el capitalino hotel Saratoga para haberse convertido en el anfitrión de muchas personalidades del mundo que han llegado a La Habana.
“Será su cercanía al Capitolio, su estilo conservador con elementos modernos, o algún aura especial. Porque en realidad es pequeño, con 96 habitaciones y una sola entrada”, se responde el joven empleado.
Para Andrés Alonso, arquitecto habanero, además de otras cualidades vinculadas con el confort y el servicio, tiene valiosas características que lo convierten en uno de los centros turísticos de mayor lujo en la urbe. “Lo primero sería su antigüedad. Ocupó ese sitio, en la intersección de las calles Prado y Dragones, durante el año 1933. Anteriormente se encontraba en lo que solía ser el hotel Isla de Cuba, hoy un manojo de ruinas, verdadero monumento a la destrucción. Luego de su emplazamiento en esa esquina, el emblemático Saratoga no tardó en darse a conocer entre los mejores de la capital, y, por tanto, recibió a innumerables celebridades del momento, tendencia que ha mantenido hasta la actualidad”.
“Podría decirse que su fachada recoge varios rasgos de la arquitectura neoclásica de entonces. Se mezclan arcos de diversos estilos como dóricos, jónicos y corintios, pero se respeta la sobriedad en el diseño, únicamente enaltecido por una cresta superior, la cual muestra el nombre de la edificación, y que hoy es posible observar gracias a la meticulosa conservación del inmueble. Lo otro realmente sorprendente es la valía de los cristales que resguardan la fachada, hechos para total seguridad, con el grosor preciso para que se mantengan siempre como acabados de limpiar, sea cual sea la temperatura en el interior”, añade Alonso.
Otro de los trabajadores del hotel Saratoga comenta que en los años que lleva allí ha visto desfilar famosos a nivel internacional, a los que nunca pensó ver más allá de la televisión o los periódicos. “En el año 2013 Beyonce y Jay – Z celebraron en esta instalación su aniversario de bodas. Hemos recibido a Madonna, Marco Antonio Solís, Rihanna, o Mick Jagger, el célebre integrante de los Rolling Stones, por solo mencionar algunos. Aunque nos alertan de las visitas antes de la fecha en que llegan y nos da tiempo a prepararnos, nunca desaparecen los nervios. Es toda una experiencia”.
“En realidad estas personalidades se han hospedado en las suites más lujosas que tiene el edificio, que suman siete y están ubicadas en el quinto y séptimo nivel; como la Suite Capitolio, donde estuvo Madonna, desde la cual es posible una vista admirable del Capitolio Nacional y el Parque de la Fraternidad. Por otra parte, las bañeras coloniales, el mármol y la cristalería, suponen detalles que destacan en ellas”, agrega.
Muchos de los empleados coinciden en que conservar la sobriedad, manteniendo los patrones de la elegancia es un principio que se procura no obviar. “El color rojo, por ejemplo, es distintivo. Lo verás en los pisos, las alfombras, los muebles, y hasta en los uniformes del personal de servicio”, dijo una de las encargadas del restaurante Anacaona, emplazado en la primera planta, y llamado así en honor a la conocida agrupación femenina que solía presentarse en el lugar.
Si bien no se hace alusión a una fecha de remodelación reciente, los empleados insisten en que sistemáticamente se renueva equipamiento, sobre todo de las áreas de servicio. “Aquí se va modernizando todo, desde las máquinas de café, hasta instrumentos de cocina. Si en algún momento se fuese a ejecutar alguna obra en la parte exterior, se requerirá del consentimiento de la Oficina del Historiador”, puntualiza Felipe, jefe de mantenimiento del Saratoga.
Carolina Páez es una española que ha estado en la isla alrededor de 6 veces. Como regalo de bodas, su padre le obsequió una noche en este suntuoso espacio. “Fue muy costosa pero inolvidable. Hace casi una década, pero recuerdo que reservamos una habitación sencilla, cuyo valor fue de 600 euros. Es un hotel chico en comparación con los otros que he visitado y con el resto de los que le circundan en la ciudad, pero fue posible advertir esa sensación de ambiente refinado, íntimo y doméstico a la vez. Olvidas la frialdad típica de los hospedajes, para sentirte como en una gran casa de familia”.
Texto y fotos: Lucía Jerez
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