Actualmente en Cuba un Lada se puede comprar por un valor que oscila entre los 20 000 y 25 000 CUC. Son más caros los que han sido adaptados y funcionan con diésel
Cuando Armando escucha en las noticias los nuevos lanzamientos al mercado de la empresa rusa de automóviles AvtoVAZ, no vienen a su mente sofisticados autos ni el famoso Lada Vesta, sino su humilde Lada 1600 que aún conserva como una reliquia.
“Mira que mis hijos me han dicho que lo venda y me compre un carro moderno, pero qué va. ¿Tú sabes cuántos años llevo con él?, ¿cuánto me ha ayudado a desandar La Habana y de cuántas cosas ha sido testigo?”, señala.
Los Lada en Cuba, más que vehículos antiguos, son el fruto del amorío entre la isla y la antigua Unión Soviética. Una vez rota la relación, ellos siguieron rodando y hoy constituyen una gran parte del transporte nacional. Existen de tantos colores como gustos puede tener la gente. Unos con mayor deterioro que otros, pero continúan resolviendo problemas y muchos han incursionado en el “boteo”.
Hace veinte años a Oscar le dieron uno por ser vanguardia en el hospital donde trabajaba. “Hasta hoy he procurado conservarlo, lo chapisteo de vez en cuando y sigo tirando con él. Ya no lo uso tanto yo. Ha pasado también por mis hijos. Son carros fuertes, parecen hechos para este país. Probablemente hasta lo monten mis nietos”.
Aun así, la maquinaria de estos coches ha tenido que irse transformando según las exigencias. Adaptar los motores originales de gasolina por otros más económicos de petróleo ha sido la solución que no pocos han encontrado para mantenerlos ante la carestía del combustible.
“Pero con eso hay que ser cuidadosos”, advierte Lázaro. “En primer lugar, el cambio es bastante costoso, te puede representar unos 10 000 CUC. Además, hay que legalizarlos, porque si la policía te sorprende sin los papeles del motor, te puede costar una multa o hasta cárcel”.
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Con la apertura de las tiendas por moneda libremente convertible (MCL) los dueños de estos autos han tenido un respiro. “Saber que las piezas están ahí ya es una tranquilidad, aunque igual hace falta tener el dinero para adquirirlas. Pero antes uno vivía con el susto de que se fuera a romper alguna y no tener repuesto. Había que encargárselas a un revendedor, lo cual encarecía el proceso. Ahora he visto hasta cajas de velocidad, dirección, gomas y motores”, explica Abel Acosta.
Si bien corresponden a una fecha de fabricación del pasado siglo, estos automóviles tienen en Cuba un precio bastante alto. En una nación donde tener un coche continúa siendo un lujo, pueden alcanzar entre 20 000 y 25 000 CUC, en dependencia del estado de conservación. Se comercializan a mayor valor aquellos que funcionan con diésel.
Ana Carla recuerda que su abuelo era chofer de uno. “Mi abuela bromeaba con él y le decía que esa era su primera esposa. Cuando murió no fuimos capaces de venderlo. Ahora lo usa mi padre y todos los nietos tenemos la obligación de sacar la licencia de conducción para no dejar que se detenga nunca”.
Texto y foto: Lucía Jerez