A Correos de Cuba le llueven las quejas y reclamaciones. Se hace casi imposible que a través de ellos llegue un paquete a su destino. Hasta una postal puede perderse y nunca ser entregada
Dentro del manual del cubano está incluida la palabra “paquetería”. No es precisamente la que trae el primo “del yuma” o el menaje de los padres recién llegados de una misión internacionalista, sino las cositas para los familiares o amigos que estén en cualquier parte de Cuba.
“¡Qué trabajo se pasa para mandar un paquete a cualquiera!” Maribel, desde Manzanillo, le envía todos los meses algo a su hija que estudia en La Habana. Para eso debe dárselo a cualquiera que vaya con este rumbo. “Siempre un conocido, claro. Lo que va dentro son boberías: un paquetico de café, leche en polvo, una latica de leche condensada. Cosas ligeras para que no pese mucho y sea más fácil encontrar quien me haga el favor”.
De lo contrario está la oportunidad de pedir el favor a los choferes de las guaguas interprovinciales. “Al menos ellos no te lo pierden, lo acompañas de un papel que declare la procedencia y el destinatario, para evitar confusiones y llega todo intacto. Lo he hecho más de una vez y es súper seguro”, comenta Sandra.
Pero quien habla de ómnibus, también se refiere a trenes, camiones o carros particulares que aunque “haya que dejar caer algún dinero” te garanticen llevar los envíos hasta su meta. ¿Por qué la población busca estas alternativas? ¿Acaso el gobierno no tiene habilitada una red de entrega de paquetes?
Los encargados de tal actividad son Correos de Cuba. Aunque se separan de esta opción los bultos pesados, debería ser la primera vía de elección para mandar paquetes. Pero la demora, la pérdida de artículos y la inestabilidad del servicio hacen que el cliente recurra a iniciativas propias.
“De los paquetes nacionales no sé mucho pero cada vez que se le ocurre a alguien mandar algo desde el exterior pecan. Las pertenencias las entregan abiertas, les faltan productos, es una falta de respeto que luego de una semana vayas buscando algo y te encuentres otra totalmente diferente”, afirma Raiza.
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Sin embargo, las dificultades no solo ocurren con los envíos. Nancys explica que quiso enviar por fin de año un sencillo obsequio. “Deposité una postal con una carta para mis amistades de cada parte del territorio. Lo hice la semana antes del 24 de diciembre y aún no llega. Parece que se perdió en el camino. Ni una postal llega a tiempo”.
“Si se tardaran y mantuvieran otras garantías fuese totalmente distinto. Pero se ganan la desconfianza y las quejas. Luego hasta te maltratan si le reclamas como si no tuvieses la razón”, manifiesta Mabel.
La compañía estatal ha puesto sus índices de popularidad en el piso en los últimos tiempos. Recordemos las situaciones con los giros nacionales y su continua ausencia de dinero. Ahora desaparecen, como por arte de magia, los paquetes. ¿Hasta cuándo sucederá?, se preguntan los cubanos.
Vladia Rosa García